dilluns, 9 de gener del 2017

Cuando los naturalistas buscan lobos



 Cuando los naturalistas buscan lobos pasa que los encuentran. Y esa es, sin duda, una de las experiencias que más los marcarán. Permanecerán en sus memorias con una nitidez comparable a las emociones humanas más intensas, aunque dicha experiencia haya sido tan efímera que sólo fuera de unos pocos segundos y se haya producido lustros atrás.

Llega un día en que uno pasa de ser un joven naturalista a ser un señor que 'entiende de bichos', en esa edad indeterminada en que ya no se es tan joven para según qué cosas, ni tan mayor como para dejar de hacer según qué otras. Se acumulan experiencias más por el paso de los años que por una vida intensa, llena de aventuras y vivida al límite. Al menos en mi caso.

Un buen día, alguien decide liarse la manta a la cabeza y abre una editorial para publicar todo lo que a los naturalistas nos hubiera encantado encontrar hace veinte años. Alguien que tiene entre ceja y ceja impulsar lo que los anglosajones llaman 'Nature writing', que viene a ser algo como literatura de Naturaleza o naturalista. Y ese alguien, que seguramente tiene en cuenta todo lo anterior, otro buen día decide que qué mejor idea para dar a conocer a uno de los más bellos y proscritos representantes de la fauna ibérica que recoger y publicar los relatos de un grupo más o menos nutrido de naturalistas y conocedores de la especie. Y ese alguien te pide que participes en ese proyecto, y entonces uno cae en la cuenta de que a lo mejor sí que es un señor que entiende de bichos, o que, como mínimo, intenta transmitir la pasión que siente por la Naturaleza, y decide, con jolgorio y agradecimiento, participar.

Y así, he querido imaginarme yo, es como debió nacer la idea de 'Encuentros con lobos'.

Una vez leído y digerido todos y cada uno de los relatos que engloba este título acabado de salir de imprenta, llego a varias conclusiones sobre cómo han sido estos encuentros con lobos y cómo los hemos intentado narrar.

Una primera conclusión ya la he expuesto en el primer parágrafo de esta entrada. Ir a por el lobo, preparar su búsqueda, buscarlo y encontrarlo (o no) es una experiencia que emociona, motiva, produce torrentes de adrenalina, subidones, alegrías, llantos, cursiladas, carcajadas y erizamientos de pelos de distintas partes del cuerpo. Es así. Y así hay que explicarlo. Y así se explica bellamente en todos los relatos. En todos ellos se destila PASIÓN, así, en mayúsculas, respeto y admiración por ese animal tan bello y vilipendiado de la fauna ibérica, tan ansiado, soñado y buscado por los admiradores de la Naturaleza de Península.

Una segunda conclusión al leer el libro. Hubo una persona, una persona admirable, que marcó a toda una generación y que ha supuesto y supone el que aún hoy día el lobo pueda seguir campando por gran parte del territorio ibérico y que su nombre vaya asociado indisolublemente al del gran depredador. Ese alguien fue el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. En la mayoría de los relatos del libro aparece citado directa o indirectamente. Tan honda fue la impronta que Félix consiguió con sus programas, tan intensas eran sus palabras, tan cargadas de dramatismo las escenas en que aparecía el lobo. Estoy convencido de no errar si digo que, como a mi, a muchos naturalistas, al oir hablar del lobo, nos viene a la memoria alguna escena de 'El hombre y la Tierra', acompañada siempre de la tremenda y acertadísima música que compuso el inconmensurable Antón García Abril. Cuánto le debe el lobo a Félix y cuánto de debemos todos a él.

Por último, y para no extenderme más y no aburrir, exponer una última y curiosa conclusión. He encontrado una cierta coincidencia en muchos de los relatos en que se narraban encuentros con lobos. Más en concreto con lobos machos. ¿Todos era enormes, imponentes o soberbios ejemplares? Seguro que sí.


P.S.: Vaya. Me olvidó de lo principal. Evidentemente recomiendo mucho la lectura del libro, no sólo para naturalistas o aficionados (no voy decir lo de 'lectura obligada', aquí nadie obliga a nada), sino para todo aquel que quiera entender por qué motiva tanto la observación de uno de los más grandes tesoros faunísticos de toda Europa. Una joya de las que deberíamos estar orgullosos y que debería contar con la gestión adecuada y merecedora de toda atención.


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