dijous, 20 de gener del 2011

La ciencia de tu vida: La venganza de Pelée


La ciencia de tu vida


La venganza de Pelée

Posted: 19 Jan 2011 07:27 AM PST

El 2 de febrero de 1902 los habitantes de la ciudad caribeña de Le Prêcheur, en la isla de Martinica, empezaron a percibir un olor a azufre cada vez más penetrante. A medida que avanzaba el mes, los vapores provenientes del cercano volcán Pelée, la Montaña de Fuego, empezaron a provocar la muerte por asfixia de los pájaros.

El 23 de abril, a las 8 de la mañana, un terremoto sacudió la cercana ciudad de St Pierre y otros pueblos vecinos. Al día siguiente se escuchó un fuerte ruido, como un gran choque, al que le siguió una serie de ruidos más apagados, como si vinieran del interior de la Tierra. La mañana del 25 amaneció nublada y con el cielo totalmente oscurecido, como si se hubiera producido un inesperado eclipse de Sol. Entonces se escuchó un cañonazo y el cielo se encendió. Durante horas cenizas incandescentes llovieron sobre los pueblos de los alrededores del volcán. A las 10 de la noche un terremoto sacudió la isla.

A las once y media de la noche del 2 de mayo la ciudad de St Pierre fue despertada por una serie de sordas detonaciones mientras una enorme columna de cenizas y material incandescente se formó sobre la cima de la montaña. Fragmentos de piedra pómez y cenizas fueron empujadas por el viento hasta una distancia de 32 kilómetros. La población, presa del pánico, buscó consuelo en las iglesias. Bloques de roca volaban por los cielos alcanzando los dos kilómetros de distancia, las gentes de St Pierre respiraban con dificultad en una atmósfera era sofocante y la ciudad pronto se cubrió de una fina capa de cenizas. Al día siguiente el gentió acudió a la catedral buscando la absolución.

El 7 de mayo, aprovechando un descenso en la actividad del Pelée, las autoridades difundieron un comunicado para calmar a la población: «La intensidad de la erupción está disminuyendo palpablemente». Un profesor de ciencias naturales del instituto de St Pierre afirmó que «el monte Pelée no representa una amenaza mayor que el Vesubio para Nápoles». Pero los habitantes de la ciudad, a siete kilómetros del volcán, no se tranquilizaron y empezaron a construir barricadas. En este estado de cosas el gobernador decidió visitar St Pierre para tranquilizar a la población.

Esa noche se escucharon nuevas detonaciones mientras una lluvia torrencial se desató sobre la isla. A las cuatro de la madrugada el volcán se calmó. El amanecer saludó a la ciudad con un cielo limpio y las calles lavadas por la lluvia. Era el día de la Ascensión y la campana del Ángelus estaba sonando. Los habitantes de St Pierre, apiñados en la iglesia, rezaban por su salvación. Y a las ocho menos diez el temido final llegó. Una terrible explosión se escuchó en el flanco oeste del volcán y la montaña pareció rajarse de arriba abajo. Una oscura nube ardiente se deslizó a 160 km/h por la ladera del volcán y llegó a St Pierre. Dos minutos después la nube cubrió la ciudad, abrasando y matando todo a su paso. Murieron 28.000 personas.

Cuando los equipos de rescate llegaron a la ciudad encontraron un paisaje desolador. Un fétido olor a carne en descomposición se mezclaba con el acre de los cuerpos quemados. Contra todo pronóstico, hallaron a un único superviviente, Augustus Cyparis. Había sido encarcelado por participar en una riña callejera y había sido vuelto a encarcelar por escaparse antes de cumplir toda condena. El calabozo, casi un refugio contra bombardeos, le había salvado la vida.


 

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