Un dels arguments dels defensors de les curses de braus es basa en que sense la criança d'aquests animals un ecosistema tan ric i interessant per a la conservació com són les deveses d'alzinars i suredes no existiria.
Les deveses de quercínies són hàbitats d'un alt interés ecològic degut a que en elles sobreviuen espècies molt escasses i protegides. Algunes d'elles tan conegudes com l'àguila imperial, el voltor negre i altres rapinyaires amenaçades.
Les dades reals, però, deslegitimen els arguments dels defensors de les curses de braus.
No hay peligro para la dehesa
JOSÉ ANTONIO GARCÍA RODRÍGUEZ - Salamanca - 19/12/2009
En el artículo de opinión del miércoles 16 de diciembre Toros, lengua y estigma, del profesor Gómez Pin, se señala en lugar destacado que "ecólogos y ganaderos saben que mantener la dehesa sería inviable sin la fiesta de los toros".
Como científico de la ecología en una tierra -Salamanca- pródiga en ecosistemas adehesados, no sé a qué ganaderos y ecólogos se refiere el señor Gómez Pin, porque no los cita, pero los datos oficiales del Ministerio de Agricultura (MAPA, año 2002) señalan que en España hay 6.318.000 hectáreas, aproximadamente, de explotaciones adehesadas, de las cuales 300.000 en números redondos se dedican a la cría de ganadería brava (400.000 hace 20 años, según señalaba en EL PAÍS del 22 de febrero de 1979, Joaquín Vidal). Es decir, que el porcentaje de superficie de dehesas que se dedica a ese menester apenas llega al 5%.
Por tanto, si desapareciera la fiesta de los toros -tal vez por puro anacronismo, aunque no quiero entrar aquí en el debate-, a la inmensa mayoría de nuestros ecosistemas adehesados no les sucedería nada. Incluso de esas 300.000 o 400.000 hectáreas dedicadas a la ganadería brava, salvo el caso de las divisas más famosas, el resto suelen ser explotaciones deficitarias que se mantienen por tradición familiar y devoción personal de sus dueños a la tauromaquia. Las amenazas reales a la conservación de estos interesantes ecosistemas son otras: sobreexplotación ganadera en unos casos, abandono del correcto manejo del arbolado en otros, presiones urbanísticas, etcétera. Los taurinos deben buscar otros argumentos para defender su fiesta. El presuntamente ecologista de la conservación de la dehesa es lisa y llanamente falso.
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